Bodas reales: XXXII
Capítulo XXXII Pág. XXXII de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós Ignorante de la desazón que a su esposa causaba el por tantos modos martirizado asunto de los casamientos, lanzose el Sr. de Carrasco a una picante conversación con la Socobio, comenzando por declararse galanamente vencido, toda vez que la opinión suya respecto a candidatos había quedado por los suelos. «Reconozco, amiga Cristeta, que fuimos unos bolonios los que levantamos la bandera del Don Enrique y por ella comprometimos la pelleja. Bien guisado lo tenían Francia y Cristina en favor del Francisco, y razón le sobraba a usted cuando por él ponía su mano en el fuego. De algo, ¡carambos!, le había de servir a la señora camarista el tener día y noche sus narices tan cerca de las ollas de Palacio, y el poder levantar las tapaderas de las susodichas ollas para saber lo que en ellas se guisa...». -¡Para que me diga usted ahora, querido Bruno -replicó la Socobio...
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